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HISTORIA

El Consell Valencià de Cultura empezó a funcionar en noviembre de 1985, tres años y cuatro meses después de la aprobación del Estatuto de Autonomía (julio de 1982). La ley de creación del CVC no ha cambiado hasta hoy, pero el Reglamento de Organización y Funcionamiento sí que se ha adaptado al paso del tiempo y de las circunstancias; ha habido cuatro hasta ahora (1986, 1990, 1993 y 1996).

En los primeros años el Consell no tuvo sede fija. Según la ley debía reunirse en la capital, y así lo hizo en locales de la Conselleria de Cultura, en el Palacio de la Generalitat, en el Archivo de la Generalitat de la avenida de Campanar e incluso en el Hotel Astoria (en el Salón Vilaragut). Hasta que en verano de 1997 pasó con carácter permanente al Palacio de Forcalló, en la calle Museu de Ciutat Vella, donde ahora se hace el día a día. Y lo han presidido tres personas de prestigio intelectual y científico: el escritor Juan Gil-Albert (1986-1994), el crítico de arte Vicente Aguilera Cerni (1994-1996) y el bioquímico Santiago Grisolía (1996-2022).

Visto en perspectiva, son fechas, datos, cifras, anécdotas. Es más importante recordar el sentido de la creación del CVC. Desde la muerte del general Franco (1975), la aprobación de la Constitución Española (1978) y del Estatuto de Autonomía (1982), la sociedad valenciana vivía una lucha cultural, cultural en el sentido amplio del término, de raíces muy profundas. Las diversas opciones culturales de los valencianos y la adscripción de las fuerzas políticas más representativas a unas o a otras hacían difícil encontrar vías de acuerdo y soluciones para muchas cuestiones urgentes relativas a la ciencia, la cultura, el patrimonio, el medio natural, las lenguas, el territorio y muchas otras.
La creación del Consell Valencià de Cultura fue una de las diversas decisiones que se tomaron para hacer viables acuerdos en el ámbito cultural: reunir alrededor de una mesa, periódicamente, sistemáticamente, todas las opciones de partida, representadas por 21 personas respetadas de muchas y varias procedencias. Se trataba de llegar a puntos en común a través del diálogo, a unos mínimos de consenso, para dar salida a todos aquellos asuntos que necesitaban soluciones.

Con los años, el CVC fue cambiando a medida que lo hacía la sociedad. Más mujeres, más diversidad, más juventud, más ámbitos de actuación. Y más labores y más repercusión social. Se puede ver en los trabajos y los documentos que han surgido de la institución (de acceso público en esta web), y en la atención diaria a los requerimientos de instituciones, entidades y asociaciones de todo tipo desde cualquier punto del territorio. Pero se mantiene siempre, y por encima de todo, la intención forjada en 1985, hacer viables acuerdos en el ámbito cultural. Por eso el CVC es un espacio institucional respetado y todavía necesario.

Memorias